¡Disfruta mucho más de ti!

Hero

Everybody needs a hero

Someone who always knows the way

Just when you’re sure you’ve really gone astray

You always save the day

And today is just another one of those days

When I wish I had me one of those heroes

It’s what everybody needs

El día estaba tan gris como yo, no había parado de llover y mi mente estaba tan ausente como el sol. Las gotas de lluvia no paraban de golpear en el alfeizar de la ventana, mientras mi mirada perdida miraba al horizonte, fijándome de una manera indirecta en cómo el edificio de enfrente cambiaba su color a un tono más oscuro y triste tras el paso de las horas.
Mi respiración era lenta, como si me costase pertenecer a esta vida. Estaba tumbado sobre la cama y notaba que me faltaba algo, tenía todo lo que quería, pero aún así me sentía vacío, sin chispa, me faltaba mi sol. Las horas pasaban mientras yo seguía sobre la cama, oscureciéndome como aquel edificio que no paraba de mojarse y que ya estaba gris casi por completo, tan gris como yo.
Tenía que hacer algo, tenía varias llamadas perdidas, pero no me apetecía ni levantarme para ver de quién eran, ni siquiera había comido, llevaba horas así, con la mirada fija en aquella triste imagen tras mi ventana.
El chapoteo de cada gota de lluvia me iba adormeciendo, no lo suficiente como para quedarme dormido, pero sí lo necesario como para ponerme más y más depresivo.

Pensé que había hecho lo correcto, tenía dinero, sexo y mujeres, muchas mujeres. No me faltaba la compañía y pese a eso, estaba solo, estaba más solo que nunca y el día no ayudaba. Empecé a entender que quizá no había sido una decisión tan valiente como pensaba, que quizá mi decisión fue la más cobarde que había tomado hasta entonces, pero eso ya daba igual, se había ido para siempre y yo no estaba dispuesto a dar marcha atrás, mi orgullo mi lo impedía, para colmo mi razón estaba totalmente de acuerdo con él. Mi corazón en aquel entonces no tenía el suficiente poder como para mandarme nada, aún sintiendo tanto por alguien.
¿Quién te ha dado ahora este poder, corazón?
Antes siempre iba por cada atajo, por cada callejón que me hiciese llegar antes a mi meta, por muy oscuro que fuera. Ahora me apetecían los caminos largos, con tiempo para pensar y con recorrido en el que disfrutar. ¿Es esto cosa tuya, corazón?
Ni siquiera yo sé a qué se debe semejante símil, no sé si las personas son los caminos o si el camino es mi propia vida, no sé ni siquiera si lo que estoy haciendo ahora es caminar o correr. Y si ni yo entiendo a qué se debe semejante símil, ¿cómo esperar a que alguien lo entienda y que encima tenga paciencia para explicármelo?
Ese día me cambió, empecé a pensar en mí, en disfrutar de mí tanto como los demás lo hacían en mi compañía, empezar a notar el peso de mis cojones y el roce que hacían éstos contra el suelo, empezar a mirarme cada mañana en el espejo y sorprenderme de lo bien que me sentaba mi mirada.
La lluvia paraba, mi mirada empezó a despertar y los primeros rayos de sol entraron por la ventana, calentando toda mi habitación y consiguiendo que el vapor que emanaba de mí tras cada respiración huyera hacia otro alma triste.
El día gris empezó a ser de un color más vivaz, más caliente y alegre. Mi habitación se empezó a iluminar y mis pensamientos grises empezaron a ser de un color más adecuado a mí. Los rayos de sol se clavaban en mis ojos castaños, volviéndolos de un tono casi amarillo, pero pese a esto, seguía sin moverme.
¿Quién era yo?

Era un crío que había dejado a su novia porque ésta iba irse a vivir a Málaga y tomó la valiente decisión de dejarla antes de que ambos nos hiciésemos daño, antes de que estuviésemos tan enamorados de que alguno de los dos tuviese que cambiar su vida al completo por la otra persona. Suena bien, pero la realidad es que estaba aterrado, hasta entonces jamás había sentido algo así por alguien y esa dependencia sentimental me estaba matando, más aún si la distancia iba a robármela.
Las semanas tras la ruptura las había pasado metiéndome entre todas las piernas que pude, olvidándola entre los gemidos de Laura, Carmen, Sonia, Miriam, Michelle, Elena, María… ¡Madre mía María!

No me sentí orgulloso de ello ni en el momento de hacerlo, pero mi ego se saciaba y el resto venía solo. Mi ego me ayudaba a autoengañarme y a hacerme creer que podía conseguir cualquier cosa, aunque la realidad es que todas esas personas me importaban una verdadera mierda y por eso conseguía algo de ellas, porque jugaba sin escudo, no tenía nada que perder y un rechazo de ellas jamás iba presuponer ni un segundo de pensamientos negativos para mí.
Tenía dinero, mi familia pasaba por una muy buena época y a mí me sobraba el dinero en Madrid, y en caso de necesitar más con una sencilla llamada me lo ingresaban.
Tenía amigos, amigos que aguantaban mi bipolaridad en el carácter y que me entendían a la perfección, amigos que el único fallo que tuvieron fue el de incitarme a follarme a más, y más, y más, y más. Supongo que lo que hubiese hecho cualquier ente con pene, pero yo era distinto, y me estaba empezando a dar cuenta de ello.

Lo tenía todo, o eso pensaba yo.

Aquel día gris me había cambiado, no tenía ganas de volver a estar tumbado en la cama pensando en lo que pudo ser y no fue, había tomado mi decisión y ella tampoco se había mojado lo suficiente como para que yo la cambiara, puede que esto lo esté descubriendo cuatro años tarde, pero ya da igual, ninguno de los dos tenemos sentimientos suficientes como para que importe, ahora queda como una bonita historia que puedo iros contando poco a poco en un estúpido blog de Internet.

Alguien me enseñó hace poco que para olvidar a alguien hay que hacer un duelo como cuando se muere un familiar, yo jamás lo he hecho, siempre he tirado por atajos usando a personas para que me hiciesen llegar más rápido al final y así poder volver a coger otro camino y no parar de caminar, porque cuando caminas rara vez miras atrás.
Ahora la situación es extraña, quiero pasar ese duelo, evitar todos los atajos y olvidar de la forma adecuada, sin necesidad de llenar mi ego con los gemidos de una o de dos mujeres a la vez, pero cuesta.
Mi ego tiene que nutrirse de mujeres, es la forma más fácil que tiene un hombre para subirse el autoestima, y para qué engañarnos, también es la forma más fácil que tenéis vosotras para subírosla. ¿A quién no le gusta gustar? El guapo es borde porque es su manera de filtrar, el feo es simpático para agradar, y los feos bordes se han forjado esa personalidad a base de una autoestima de mierda que les hace estar siempre a la defensiva, alerta.
Sea como fuere, todos queremos gustar, todos queremos agradar y subir nuestro ego con el resto. ¿Qué es la felicidad? Conseguir todo esto por uno mismo, sin los aplausos muchas veces falsos de los demás, sin esa gente que te dice lo bueno que eres porque quiere sentarte en una silla y montarte hasta que tú no des más de sí.
Apuntaros a vivir una vida sin depender de los demás, una vida de soledad con nosotros mismos en la que poder disfrutarnos tanto como lo hace el resto, pero que si el resto nos falla no nos vengamos abajo, porque somos lo mejor que ha parido este puto mundo y eso nadie puede cambiarlo, sé la mejor versión de ti mismo y jamás dependas de nadie, porque igual que tú fallas, el resto también falla, la gente perfecta no existe.

Dejad también de buscar al hombre o a la mujer de vuestra vida, buscad al hombre o a la mujer de vuestro momento, porque eso es lo que necesitamos, mirar más el presente y dejar que todo suceda como tenga que suceder.

Todos tenemos días grises, yo he tenido muchos, pero decidí que mi estado de ánimo no iba a depender de la lluvia, ahora me encanta la lluvia y el olor que esta deja en la calle, ahora no necesito meterle la polla a nadie para que mi ego sea más grande que mi propia habitación, ahora sé que puedo pensar con la razón haciendo a veces caso al corazón.
Ahora sé que estoy muy cerca de ser la mejor versión de mí mismo, y que aunque aún me falta puedo ver los cambios día a día.
Quizá cuando esté preparado para algo más que conversaciones insulsas y poco trascendentales vuelva corriendo tras muchas personas de las que me he alejado, pero ahora toco yo y no quiero distraerme con extensiones hasta la cintura. Mi excusa es buena, veremos a ver si soy capaz de creérmela y cumplir.
Por supuesto ese día decidí darle descanso a mi mente y miré de quién eran las llamadas perdida, lo que pasó después ya es cosa de otro relato.

Quiere, ama, pero jamás necesites.

–Hero

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